En silencio, desnudos en la cama, se recorrieron los cuerpos con las manos, las bocas y los ojos. Hasta que él habló más allá del recuerdo y de las palabras, habló desde el corazón, desde su corazón presente: — No sabía que te había extrañado tanto hasta ahora que te tengo en mis brazos... nuevamente.
Ella lo miró con los ojos nublados de afecto y le besó los labios despacio.
— Fue maravilloso, es maravilloso. Es increíble. Tenía miedo de este momento, de no ser nosotros como lo éramos, pero increíblemente tenemos la misma química que hace un siglo. Seguimos siendo nosotros, tenemos la misma piel, y la misma química, la misma atracción física que antes —agregó ella abrazada a él y perdida en el verde de esos ojos que la fascinaban tanto.
— O mejor que antes. Creciste mucho, Polaco. Se te nota hasta en la cama. Ya no sos aquélla nena, ahora se te nota la madurez en el cuerpo. Me gustás, me gustás más que antes, Polaco —dijo y la besó con besos atrasados, con aquellos besos que le debía desde hacía tantos años, con besos llenos, besos de siempre, besos soñados y la volvió a amar, incansablemente. Comenzaron todo de nuevo, desde cero, se besaron apretadamente, se enlazaron fuertemente deseando fundirse en ese abrazo caliente y mojado. Se dijeron cuánto se habían pensado desde el primer contacto luego de diez años de distancia. Se acariciaron, se lamieron, se saborearon para re descubrirse mayores, más adultos, más asentados, más definidos. Se recorrieron una y otra vez, se desearon una y otra vez, se amaron una y otra vez. Al cabo de un par de horas, extasiados aún por la emoción del reencuentro tan ansiado se recostaron en la cama. Él renovó los tragos y los llevó a la habitación, encendió el equipo de audio del cuarto y se prestaron a conversar.
— Polaco, nobleza obliga y te debo pedir disculpas por haberte gritado hace como diez años y haberte llamado loca y enferma. Me arrepiento profundamente de haber sido tan necio y no haberme dado cuenta de que tenías razón... —dijo él de corrido y mirándola fijo a los ojos solemnemente.
— ¿De qué hablás? —preguntó ella mientras bebía su gin tonic helado.
— De que tenías razón cuando sospechabas un interés oculto de mi cuñada por mí. Seis años después de tu comentario, mi cuñada me avanzó, pero me avanzó mal y desde hace algún tiempo que no le hablo. Es una situación de mierda pero debía decirte que tenías razón en todo, todo, todo lo que sospechabas.
— ¿Cogieron? —lo increpó sin dejar de mirarlo a los ojos.
— ¡No! Nunca tuve nada con ella ni lo tendría jamás. Por muchas razones pero la más importante es que nunca lo cagaría a mi hermano, y segundo que la tipa me parece muy desagradable —concluyó él acomodando mejor la almohada contra el respaldo de la cama.
— Pensé que te resultaba atractiva físicamente. Es muy atractiva tu cuñada, o por lo menos lo era hace una década. Alta, flaca, pelo largo y rasgos delicados. Siempre pensé que se parecía a esa actriz de los noventa... ¿cómo mierda se llama? —Mientras intentaba recordar volvió a tomar de su trago— ¡Ah, ya sé! ¡Marisa Mondino! ¿La ubicás? —le preguntó ella tocándole la mano.
— Sí, ya sé de quién hablás. Sí, puede ser, tiene un aire. Pero igual me resulta desagradable, por dentro y por fuera. Lo quiso cagar a mi hermano conmigo, ¿entendés? ¡Lo que vos sospechaste aquella vez era cierto, Polaco! Y yo que te cagué a pedos. Cuando pasó lo de mi cuñada me sentí para la mierda con vos, aunque hacía seis años que vos y yo nos habíamos separado y bueno, debía decírtelo. ¡Perdón!
— Jajajaja... me das ternura. Eso ya pasó. Acepto tus disculpas pero ya fue. La mina nunca me cayó bien y bueno, ahora que me contás que mi olfato no falló se confirma que ya era una hija de puta antes, pero ya está, ¡ya pasó! —le dijo y le dio un beso tierno en los labios con una sonrisa dulce en toda la cara. Él se sonrió pero con un visible malestar por recordar el incidente familiar que no terminó de contarle.
— Hablando de parecidos, ¿sabés que actor siempre me resultó idéntico a vos? No te me cagues de risa pero de verdad que son iguales... —dijo ella risueña para cambiarle el humor a él.
— ¿Actor parecido a mí? —preguntó él ingenuo. —No, la verdad que no me imagino quién puede ser...
— ¿Lo ubicás a Clive Owen? El de "Los niños del hombre"...
— Jajajaja... —lanzó una carcajada inesperada— ¡me estás cargando! Ese tipo es hermoso y yo soy un sapo ¡al lado de ese!
— Bueno, lo de "tipo hermoso" me sonó algo "gay"... —dijo simpática para incomodarlo — pero todo bien, mientras me sigas atendiendo así, no tengo dramas yo.
— A mí no me apures, eh. —dijo y la abrazó fuertemente. La comenzó a besar despacio desde la comisura hasta abrirle la boca y meterle la lengua caliente lentamente. Se besaron un rato largo en silencio y volvieron a quedarse abrazados callados hasta que ella dijo: —Habla muy bien de vos que me hayas dicho cuánto lamentabas no haberme creído lo de mis sospechas sobre tu cuñada. Me sorprendiste gratamente... Sos mejor persona de lo que recordaba.
— Cambié mucho, Polaco. Los dos cambiamos mucho. Me alegro tanto haberte ido a buscar. ¡No sabés cuánto!
Dejaron sus vasos sobre una de las mesitas de luz y volvieron a amarse una vez más.
Si no conte mal, en total fueron 3 veces... El tipo ese hacia 10 años que nada. Digo, me parece...
ResponderEliminar10 años sin ella que es lo que cuenta.
ResponderEliminarPor que le dice "polaco"???
ResponderEliminarMe resulta muy grato el relato que describe deudas saldadas, no importa si tarde o temprano... Siempre es bueno tener la esperanza inútil y errónea de que haya algo remotamente parecido a la justicia en este Mundo... Eleva. Me vino bien esta parte del capítulo!!!!
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