Salió a la calle con una gran sonrisa dibujada en los labios.
Pasaron los días y la nueva vida empezaba a sentarle bien. No se veía obligada a cocinar si no deseaba hacerlo, ni a planchar, ni a lavar, ni nadie le cambiaba de canal mientras miraba una película vieja. ¡Eso era la vida! Hasta que el teléfono sonó.
— ¿Hola?
— Hola hijita.
— ¡Hola, ma! ¿Cómo andás?
— Bien, mirá, recién llamaron del banco para avisarte que tenés que llamar a un estudio de abogados por la deuda del auto que tiene el quetejedi. ¿Nunca pagó una cuota? Y sabe que el auto ¡está a tu nombre!
— ¡Qué hijo de puta!
— Bueno, vos sabías el riesgo que era meterte en un crédito para un auto para él. ¡Lo sabías!
— Sí, ma. No te preocupes que me encargo de esto. Gracias por avisarme.
— Cuidate nena.
Cortó el teléfono con mucha furia y aturdida de todos los pensamientos que se le arremolinaban en la cabeza. Se sentía una imbécil, una vez más, por haber creído que él estaría saldando las cuotas de uno de los dos autos que ella había sacado a su nombre. Habían acordado que con la plata que le regalaban los padres de ella para comprarse un coche, al contado, comprarían dos financiados, uno para cada uno de la pareja. Ella confió, él la defraudó. A duras penas ella podía cubrir los gastos del suyo como para que tener que saldar también la deuda del otro que él le estaba debiendo.
Después de ir y venir por todo el departamento decidió llamarlo.
— ¿Hola?
— ¡Hijo de puta! Así que ¡no pagaste ni una cuota del auto! ¿Qué pensabas hacer cuando me lo embargasen a mí, infeliz?
— Calmate, no empecemos a discutir. ¿Cómo estás vos? ¿Te acostumbraste a vivir sola, ya...?
— ¡Me estás cargando! Te estoy diciendo que me enteré que no pagaste nada del auto y me preguntás pelotudeces! Anotá: Perito Moreno 255 timbre 3, Luzuriaga. Mañana te espero a las 7 de la mañana con el auto y todos los papeles que tengas. Si no venís te denuncio con la policía. ¿Me escuchaste bien?
— Sí. No te preocupes, mañana a las 7 voy a estar ahí.
— Si para las 7:30 no viniste, ¡voy a buscarte con un patrullero!
— No va a ser necesario, mi amor. Calmate por favor. Tranquilizate que todo va a salir bien.
— Mirá, ¡hijo de puta! No soy tu amor, olvidate de eso. Si no estás acá mañana a las 7 con el auto entero y los papeles te blanqueo con tu mujer y se te pudre todo, ¿entendés? Sé que me entendés porque te conozco mejor que nadie, y ahora me doy cuenta. ¡La pelotuda soy yo! ¿Cómo no me fui a la mierda antes?
— Calmate, mañana nos vemos y hablamos bien...
— Te espero mañana, ¡Chau! — y colgó con violencia el auricular del teléfono.
Sentía que una taquicardia inesperada empezaba a retumbarle en la cabeza. Se sentó en el piso y se puso a llorar desconsoladamente. Se debía un momento de llanto brutal para limpiarse la cabeza, pensó y se esforzó en llorar tanto como pudiera sin importarle que alguien la oyese. Al cabo de un rato largo se dio una ducha rápida, ahora ya se sentía totalmente despojada de angustias antiguas. Se hizo un gin tonic, encendió un cigarrillo y llamó por teléfono.
— ¿Hola?
— ¡Hola!
— ¡Hola, Polaco! ¿Qué hacés?
— Necesitaba escuchar tu voz...
Si de algo puedo dar fe, es de las cosas que uno ni imagina que debe atender al tomar ciertas decisiones... Me encantan las historias contadas en colores y en 3D, tal como lo estás haciendo...
ResponderEliminarhello Dita decía en mi comentario anterior que estaba muy bueno haber conocido vía Tw a alguien que escribe tan fresco y tan lindo para disfrutar de su ingenio x esta vía. Gracias y nos vemos bah, sí nos vemos cuando quieras, beso de admirador
ResponderEliminarMe gustó este capítulo, los tres fragmentos fueron uno solo. Muy bueno, mucha fuerza.
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