Seleccionó primero los discos que más le recordaban a ella.
Pudo dormir algunas pocas horas. Se despertó como siempre, antes de que sonara el despertador. Su insomnio crónico apenas lo dejó descansar.
Puso en marcha el auto, enchufó el Ipod y emprendió un largo viaje, un viaje que lo conduciría mucho más allá que al hospital donde trabajaba desde siempre.
Repasó mentalmente la breve conversación del chat de la noche anterior con ella. Se la imaginó distinta pero conservando aún esa esencia que lo atrajo desde el momento en que la vio por primera vez.
Intentó recrearla con diez años más, le resultaba imposible, le exigía un esfuerzo inmenso modificar aquel recuerdo que conservaba de ella, le costaba pensarla cercana ya a los cuarenta años. La había conocido con unos vitales veintitantos y le resultaba difícil ahora reconocerla con las posibles marcas del paso del tiempo en su cuerpo o en el rostro.
¿Tendría canas? ¿Mantendría esos ojos eslavos? ¿Habría perdido aquel cuerpo? ¿Quedaría algo de Polaco en ella? ¿Seguiría teniendo esa boca? ¿Conservaría esa risa ronca que jamás pudo olvidar? Quiso volver a contactarse y saber más...
En cambio ella amaneció de mal humor.
Enojada con la vida, con todo y con todos.
Se distrajo durante la mañana haciendo los quehaceres domésticos. En cuanto se le presentó el primer respiro del día, encendió su computadora y fue directo a la carpeta de los historiales del MSN.
Buscó la conversación con él. Quiso revisar que tan grave había sido su descortesía de la noche anterior.
Leyó y releyó la conversación y se sintió indignada y avergonzada consigo misma. Un escalofrío le dividió la espalda en dos. Se daba cuenta de todo, se daba cuenta del por qué esa huida abrupta, casi inexplicable.
Se leyó y se reconoció a sí misma, pero diez años atrás; cuando los celos la enloquecían y enloquecía a todo lo que tenía a su alrededor.
Efectivamente, habían sido celos. Aunque no podía entender ni el por qué ni hacia qué, pero supo identificar ese sentimiento que le apretaba la garganta con fuerza y le quitaba el aire.
Celos. Tal vez celos antiguos, celos avejentados, celos de un fantasma, celos que nadie podría entender, pero inocultables celos al fin. La intranquilizó la idea de que él se hubiese dado cuenta del porqué de su reacción. De haberlo hecho, se hubiera dado cuenta que ni el paso del tiempo, y ni siquiera la distancia, le pudo calmar ese sentimiento tan puro, primario y enfermizo como el de los celos.
Pensó que él tenía una pareja que no era ella.
Había podido continuar con su vida, sin ella.
Sí, eran celos de un presente lejano a ella.
Él había podido superarla. Él pudo encontrar a otra para que ocupara su lugar. Un lugar reservado únicamente para ella.
Pero había vuelto a buscarla.
muy bueno el relato me encanta como escribis
ResponderEliminarMirá vos!!! Es muy difícil manejar ese sentimiento... Tanto que requiere el consenso de ambas partes... No hace mal solamente cuando se debe compartir... pueden matar incluso si hubo un pasado no común... Personalmente propuse un buen trato: todo, absolutamente todo lo pasado fue para que ESE día estuviéramos AHÍ LOS DOS... (funciona!!!).
ResponderEliminarExcelente relato... no veo la hora de seguirlo, no quiero que termine!!