miércoles, 21 de marzo de 2012

Girl gone wild- Madonna





It's so hypnotic
The way he pulls on me
It's like the force of gravity
Right up under my feet
It's so erotic
This feeling can't be beat
It's coursing through my whole body
Feel the heat

I got that burnin' hot desi-i-i-re
And no one can put out my fi-i-i-re
It's coming right down through the wi-i-i-re
Here it comes
When I hear them 808 drums
It's got me singing

Hey, ey, ey, ey
Like a girl gone wild
A good girl gone wild
I'm like, hey, ey, ey, ey
Like a girl gone wild
A good girl gone wild

Girls they just wanna have some fun
Get fired up like smokin' gun
On the floor til the daylight comes
Girls they just wanna have some fun

A girl gone wild
A good girl gone wild
I'm like a girl gone wild
A good girl gone wild

The room is spinning
It must be the tanqueray
I'm about to go astray
My inhibition's gone away
I feel like sinning
You got me in the zone
DJ play my favorite song
Turn me on

I got that burnin' hot desi-i-i-re
And no one can put out my fi-i-i-re
It's coming right down through the wi-i-i-re
Here it comes
When I hear them 808 drums
It's got me singing

Hey, ey, ey, ey
Like a girl gone wild
A good girl gone wild
I'm like, hey, ey, ey, ey
Like a girl gone wild
A good girl gone wild

Girls they just wanna have some fun
Get fired up like smokin' gun
On the floor til the daylight comes
Girls they just wanna have some fun

I know, I know, I know
I shouldn't act this way
I know, I know, I know
Good girls don't misbehave
Misbehave
But i'm a bad girl, anyway
Forgive me

Hey, ey, ey, ey
Like a girl gone wild
A good girl gone wild
I'm like, hey, ey, ey, ey
Like a girl gone wild
A good girl gone wild

Girls they just wanna have some fun
Get fired up like smokin' gun
On the floor til the daylight comes
Girls they just wanna have some fun

A girl gone wild
A good girl gone wild
I'm like a girl gone wild
A good girl gone wild

domingo, 18 de marzo de 2012

CAPÍTULO 18: Profundidades.


Te voy a llevar a cenar a un lugar único, creo que te va a gustar mucho —y emprendieron el viaje hacia la profundidad de la noche.


   ¿Te acordás de la medianoche del 31 de diciembre de 1998? —preguntó él en cuanto subieron a la autopista que los conduciría al destino de aquella cita.

   Sí, claro que me acuerdo. Jamás pude olvidarla. Hubo fuegos artificiales en nuestros cuerpos y ¡en el cielo relámpagos y fuegos! —contestó ella con una sonrisa.

   ¡Encontré su música! — continuó y deslizó hacia la derecha una pantalla en el tablero para que ella pudiera ver con claridad. — Mirá esto. Yo solo voy a conducir y escuchar, la imagen de aquel fin de año la tengo grabada en mi mente — concluyó pasando la mano por la pantalla táctil para que comenzara el video.







And I am not frightened of dying, any time will do, I don't mind.

Why should I be frightened of dying?
There's no reason for it, you've gotta go sometime."
"If you can hear this whispering you are dying."
"I never said I was frightened of dying."


   No lo puedo creer, es maravilloso. Tenía olvidada esta música, y es así tal cual lo decís. Esta es la música de lo que nos pasó hace veinte años, de cuando éramos inmortales, de cuando no temíamos morir, de cuando solo estábamos vos y yo sobre la faz de la tierra... — respondió ella con la voz entrecortada por la emoción. Siguieron el camino que los hundía en la profundidad de los recuerdos y la magia de estar juntos otra vez.







miércoles, 7 de marzo de 2012

CAPÍTULO 17: El tiempo no espera. 3° parte.


Aquella mañana del 2 de octubre de 2018 siguió la rutina diaria con total y absoluto dominio de sí. Se había propuesto no dar el menor indicio de nervios o ansiedad ante su familia. Durante el desayuno les contó a todos que esa noche iría a celebrar el cumpleaños de un viejo amigo del que hacía mucho tiempo no había tenido noticias. Fue entonces cuando Joaquín preguntó:

   ¿Es tu amigo que no iba a hacer fiesta?

   ¡Sí! Justamente ¡ése! —dijo ella mientras untaba queso crema en las galletas que devoraba Julia — ayer le mandé un mensaje por su cumpleaños y me contestó con la invitación a una reunión que hace en su casa por el acontecimiento. Un grupo reducido de amigos que nos conocemos de hace mucho tiempo.

   ¿A qué hora es? —preguntó su marido mientras pasaba con un movimiento de su mano los canales de televisión en la pared pantalla de la cocina.

   A las 22 así que salgo después de que ustedes cenen.

   ¡Ponete el vestido rojo, ma!—le sugirió Julia mientras se chupaba los dedos con queso.

   ¿Te parece Julia? ¿No es muy colorinche? —preguntó risueña festejándole la sugerencia a la pequeña.

   Bueno, vamos chicos que los llevo a la escuela, vayan terminando que nos vamos —dijo el padre levantándose de la mesa y dejando su taza dentro de la pileta lava vajillas.

   Julia, ¡andá a lavarte las manos y ponete el guardapolvos! —le dijo a la nena mientras su marido se colgaba al hombro el estuche con la computadora de trabajo. Se paró y miró a su hijo que tenía dulce de leche en una mejilla y le sugirió que hiciera lo mismo incluyendo la cara.

Los chicos y su marido la besaron y partieron a sus obligaciones dejándola sola con una marea densa de emociones que la recorrían por dentro. Otra vez sentía que el cuerpo se le estremecía de emoción. Una vez más se sentía vibrar por la certeza de volverlo a ver. Como antaño, como hacía veinte años, como hizo hace siete. Como siempre sucedía, nuevamente el cuerpo y la mente se conmocionaban por los nervios, la ansiedad, la alegría, la curiosidad, las mil sensaciones que eran la antesala al esperado reencuentro. Esta vez la carga emotiva era aún mayor que la última vez que se habían visto, ahora sentía que había llegado el momento perfecto para aquel encuentro. Esta vez no temía nada, ahora se sentía fortalecida por el paso del tiempo. Este encuentro sería pleno, lo intuía desde el fondo de su alma, también lo sentía a flor de piel, hasta en sus huesos. Había logrado una madurez mayor, por fin había alcanzado el punto exacto de sabiduría, experiencia y coraje necesarios para afrontar lo que ocurriese. Ahora se sentía capaz de enfrentar prácticamente todo lo que el destino tuviese preparado para ella.
Fue a buscar el vestido rojo. Se lo probó y se gustó. Se sintió rejuvenecida por dentro y fuera.
Luego de que llegaran sus hijos de la escuela, almorzó con ellos, los dejó jugar un rato con sus Tablet y los hizo hacer sus tareas. Se los llevó con ella a la peluquería y Joaquín se encargó de entretener a su hermana mientras que a ella le recortaban un poco las puntas y le hacían un peinado con cepillos y aparatos incandescentes. De regreso, se detuvo en un negocio de regalos mientras los chicos la esperaban mirando una película en la pantalla trasera del auto.
Más tarde merendaron, y más tarde ella se encargó de la cena. Llegó su marido y los dejó comiendo mientras se preparaba para salir.
Se puso el vestido rojo, unos aritos de brillantes, zapatos altos de taco fino, una cartera sobria y un abrigo entallado petróleo. Se miró al espejo una última vez, podía reconocerse como una mujer madura pero jovial, resplandecía de la emoción que la embargaba, la vieja Polaco comenzaba a tomar posesión de su ser, la comenzaba a sentir desde su interior que paulatinamente iba ocupando su lugar. Algo empezaba a transformarse en toda ella cambiando su actitud. Se miró fijamente a los ojos en su reflejo y fue así que la pudo ver en la profundidad del espejo, allí estaba ella. Vestida para matar o morir. Con esa actitud recuperada miró la hora. Ya eran las 21 y aún no había recibido la dirección del encuentro. Le escribió preguntándole si se había arrepentido de la cita y como respuesta le llegó la dirección del lugar. Se perfumó sutilmente, saludó cariñosamente a sus hijos y a su marido y salió a su cita.


Dejó el auto en un estacionamiento y lo llamó por teléfono; él enseguida le respondió.

   Estoy llegando, dame 5 minutos.

   Bueno, te espero en la esquina.

   Dale. Besos.

Al minuto y medio lo vio llegar, lo saludó con la mano de lejos y lo esperó sobre el cordón.

   Disculpame que te haya hecho esperar, Polaco, —dijo y se bajó del auto. La besó cálidamente en la mejilla, la tomó de la cintura, le abrió la puerta y la ayudó a sentarse dentro.

   ¿A dónde vamos? —le preguntó con una sonrisa amplia mientras lo miraba fijamente a la cara —Te queda muy bien el bigote con barba, nunca antes te había visto así —terminó de decir sonriente.

   ¿Te gusta? Decidí cambiar un poco —contestó acariciándose el mentón. —Vos estás bellísima, creo que jamás te había visto vestida de rojo. Te sienta muy bien, es más, creo que ese color te define. —Le acarició la falda a la altura del muslo observando en detalle el tono del vestido— es rojo carmín, rojo sangre y se siente aterciopelado como el pétalo de una rosa... Sí, este vestido sos vos. —Puso en marcha el auto y aceleró—Te voy a llevar a cenar a un lugar único, creo que te va a gustar mucho —y emprendieron el viaje hacia la profundidad de la noche.