miércoles, 16 de enero de 2013

CAPÍTULO 25: Irreversible


Abril 2060

Llegó a la cita puntualmente. Las puertas se abrieron y la pudo ver sentada a una de las mesas que daban al ventanal táctil. En cuanto la vio la reconoció, era ella. Se acercó despacio y cuando llegó junto a la mesa tosió para llamar la atención de la mujer.

   ¿Julia?

   ¡Doctor! No lo vi llegar. Tome asiento por favor —dijo mientras se ponía de pie y él se acomodaba en el asiento inteligente que lo acercaba a la mesa.

   ¿Qué le gustaría tomar? —dijo y abrió el menú tocando apenas la superficie de la mesa. Abrió ventanas aquí y allá y le leyó algunas de las alternativas hasta que levantó la mirada y lo vio abrumado por tanta información. —Ya sé, no me diga nada, ¿tomamos gin tonic?

   Por favor. Gracias.

   ¡Debí suponer que esa era la primera y única opción! —concluyó e hizo el pedido tocando aquí y allá sobre la pantalla de la mesa.

Él la observaba y podía ver el rostro de Polaco en el de Julia, en un momento ambos se miraron fijamente a los ojos hasta que Julia confesó: —Ahora entiendo lo que mamá vio en usted. Siempre me lo había repetido pero ahora lo veo y lo entiendo.

   ¿Qué ves? —dijo él al tiempo que llegaban sus tragos a través de una compuerta de uno de los laterales de la mesa. Él tomó los vasos y los dispuso sobre la mesa.

   Veo sus ojos. Mamá siempre me habló del verde de sus ojos, un verde profundo y ¡así es! —notó la incomodidad en la cara del anciano y decidió ir al grano —bueno, lo llamé para verlo porque tenía que decirle algo, algo muy importante para mí, y es que mamá está enferma, —lo miró otra vez directo a los ojos y continuó— muy enferma —los ojos se le nublaron y con congoja siguió hablando, y notó que el verde de los ojos del anciano también parecían comenzar a nublarse —Los médicos que la atienden dicen que su enfermedad es recuperable, siempre y cuando ella desee curarse a tiempo y el problema que tenemos con mi hermano, Joaquín, es justamente convencerla de que haga el tratamiento cuanto antes para evitar que empeore, y a su edad, la enfermedad avanza rápidamente. Mamá ya tiene 88 años...

   Lo lamento mucho por tu mamá. ¿Qué enfermedad es?

   Vasculitis del Sistema Nervioso Central —dijo sorprendida por la pregunta —y fue detectado tempranamente pero ella se niega a hacer nada para curarse, el riesgo es un infarto cerebral. No sabemos qué hacer para convencerla así que con Joaquín decidimos recurrir a usted. Mamá nos contó a los dos lo que hubo entre ustedes y siempre supimos que lo de ustedes es una historia que va mucho más allá de nuestro papá.

   No sé cómo pueden entender lo que sienten dos personas que no son ustedes —dijo con frialdad mientras bebía su gin tonic —no puedo ayudarte —concluyó.

   Entendemos lo que ustedes significan el uno para el otro porque la vimos delirar de felicidad cada vez que ustedes retomaron contacto. Hace muchos años, una noche en que nos quedamos solos los tres por última vez, nos contó a mi hermano y a mí toda la historia. Mi hermano al día siguiente se iba por dos años a hacer un doctorado a Europa y yo me fui a vivir con mi pareja un mes después. Aquella noche, Joaquín y yo le prometimos que jamás se lo contaríamos a nadie, se lo prometimos con el mismo amor que ella nos tiene y que nos demostró para confesarnos sus sentimientos más ocultos.

   Entiendo. ¿Dónde está ahora? —preguntó al tiempo que terminaba su trago.

   En la Unidad 2410 del distrito este.

   ¿Tu papá está con ella? —preguntó y terminó de un sorbo su trago.

   No, mi papá está viajando a casa precisamente ahora, —contestó al tiempo que observaba en su dispositivo de navegación una lucecita azul que recorría una cuadrícula fluorescente —está a diez manzanas de casa.

   Vamos —dijo el anciano mientras apoyaba la palma de su mano por la superficie de la mesa para pagar las consumiciones.

Se incorporaron y viajaron hasta la Unidad 2410 en el transporte de Julia. Era un modelo nuevo, sumamente liviano y silencioso. El modelo más popular por su atractivo diseño.

Llegaron al edificio, dejaron el transporte en el subsuelo catorce. Tomaron uno de los ascensores y en un minuto treinta segundos ya estaban en el piso cuarenta de la unidad.

Julia entró a la habitación y la vio a su madre dormida en su cápsula de internación. Le tocó apenas la cubierta haciendo que ésta se abriera silenciosamente.

   Mami...—le acarició una mejilla para despertarla.

Polaco abrió los ojos y se sonrió al ver la cara de su querida Julia.

   Hola —, dijo despacio —papá se fue hace un rato a casa con Joaquín que mañana se levanta muy temprano. Viaja al norte tu hermano, ¿lo saludaste?

   Mami, te traje una visita —dijo Julia mirándola a los ojos.

   ¿Una visita? ¿Qué visita?

   Esperame un momento que lo hago pasar —dijo Julia al tiempo que Polaco subía el respaldo de la cama por medio de un comando de la cápsula. Sus ojos eslavos se quedaron petrificados al observar la figura que se le presentaba en el umbral de la habitación.


 

4 comentarios:

  1. Impresionante, muy bueno. La historia de una vida entera de dos personajes. Debe ser muy dificil hacer algo así. Felicitaciones.

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    1. ¿Gracias! Más difícil es adelantarse a lo que aún no se vivió. Besos.

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  2. Muy buen relato!! Una proyección dramática y conmovedora!!
    Bien ahí, Gla.
    Cuando seas famosa, acordate de los amigos!!

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