viernes, 17 de febrero de 2012

CAPÍTULO 17: El tiempo no espera.




Pasó octubre, llegó noviembre, terminaba diciembre del 2012. A cinco minutos de cerrar el año recibió un mensaje de texto de un remitente desconocido.

   Feliz año nuevo.

No lo pensó ni un instante y lo respondió:

   ¡Feliz año nuevo a vos!

   Si supieras lo que dudé en escribirte este mensaje...

   Lo sé. Qué bueno que lo hayas hecho. Me quedo tranquila ahora: Ambos sobrevivimos al fin del mundo. De hace diez días...

   Sin vos, no tengo vida...

   Ni yo. Besos.

   Mil besos.

Apagó el celular y lo guardó en su cartera, se apuró en llevar la bandeja con las copas para el brindis por un nuevo año con una alegría inocultable. ¡Estaba exultante!
Feliz de empezar el 2013 con esa breve pero definitiva charla vía SMS. Por fin tenía noticias suyas, ¡por fin!
A mediados de enero confirmó que estaba embarazada de un mes y medio. La noticia la tomó por sorpresa, la conmovió y la shockeó notablemente. Esperaría a que él se contactara con ella, en caso de hacerlo nuevamente, para contárselo. Sabía que la novedad le caería como una catarata de agua fría; pero debía informárselo, para que sepa sus razones para postergar todo para adelante, para un futuro lejano y posible, tal vez. Su marido irradiaba una alegría inusitada en él; en él que nunca parecía conmoverse ni emocionarse con prácticamente nada. Pasaron los meses y mientras el tiempo se hacía notar en su vientre redondo, no tenía noticias de él. A mediados de agosto nació Julia. Una bebita hermosa de mejillas rosadas y ojos almendrados. Por algún tiempo su mente, su cuerpo, y todo su ser se dedicó a cuidar a esta pequeñita de hoyuelitos en las mejillas. Ya conformaba una familia, tal como siempre había soñado. Dejó que la vida hiciera su recorrido natural con un hijito de cuatro años y una nueva integrante en la familia. Se sentía feliz, pero era una felicidad distinta, una felicidad de completud  desconocida, una felicidad verdadera.
Pasó el 2013, festejó los cinco años de Joaquín, el primero con Julia, celebró todos los cumpleaños de la familia satisfecha con lo que había logrado al fin. Pasaron dos, tres, cuatro años, cinco años más. Joaquín ya era un chico con deberes de escuela, obligaciones y responsabilidades, que no eran más que jugar a la pelota con sus amigos de la cuadra y cumplir con la escuela. Julia terminaba el jardín y empezaría pronto la primaria. Poco de Polaco quedaba ahora en ella, muy poco. Había conseguido, por intermedio de una vieja colega, dar unas horas de clases de inglés en un instituto a minutos en auto de su casa. La nueva rutina le sentaba muy bien, la mantenía ocupada con los chicos, las clases, corregir las evaluaciones, su marido  aprendiendo a ser el padre que debía ser. Llegó octubre de 2018. Arrancó septiembre del almanaque que tenía colgado a un costado de un aparador en la cocina y se quedó absorta mirando el nuevo mes: Octubre 2018. Buscó el 24 de octubre con los ojos y lo encontró a mitad de semana. Caía miércoles. Con una fibra que pendía junto al calendario hizo un redondel rojo sobre el miércoles 24 de octubre de 2018. Ese día se cumplían veinte años de la primera vez que se vieron en sus vidas. ¡Veinte años! Los ojos se le humedecieron de emoción. Joaquín ya tenía diez años, Julia cinco, ella ya había alcanzado la edad que él tenía cuando se vieron por última vez: 46 años y él cumpliría sus 53. Volvió a mirar el almanaque intentando recordar la fecha de su cumpleaños. ¡No lo había olvidado! "¡Es mañana!", se dijo en voz alta sin oír que entraban sus hijos que volvían de la escuela.

   ¿Qué es mañana, ma?, preguntó con curiosidad Joaquín mientras arrojaba el guardapolvo sobre el sofá del living.

   ¡Tengo hambre, ma!, interrumpió Julia con el guardapolvo todavía puesto —me voy a sacar un chicle de la zapatilla, me lavo las manos y vuelvo —sentenció cerrando la puerta del baño.

   Mañana es... el cumpleaños de un amigo mío que hace mucho que no veo —le explicó con honestidad natural mientras levantaba el guardapolvo despatarrado sobre los almohadones del sofá del living.

   Ah, y ¿hace fiesta? —siguió preguntando Joaquín con toda la curiosidad que lo caracterizaba.

   No, no creo que celebre nada —le contestó intentando dar por cerrado el tema. Le sirvió su almuerzo humeante y se sentó a la mesa a comer junto a sus hijos.


Esperó hasta la última hora de aquel lunes 1° de octubre para buscar en su billetera el papelito donde tenía manuscrito el número de celular de él. Lo encontró y a la hora cero del 2 de octubre envió un SMS: "¡Feliz cumpleaños! Soy Polaco."
A los cinco minutos recibió una respuesta: "¡Gracias! Tardé en contestar, me emocionó tener noticias tuyas para mi cumpleaños... Nunca borré tu número de celular, por si volvías... Me conecto, ¿te conectás?"

   ¡Claro!,fue su respuesta.

Abrió su vieja Tablet y lo agregó al chat. Lo había borrado hacía ya seis años de su pc, pero nunca de su memoria. Lo pensó y se dio cuenta de cómo había transcurrido el tiempo sin que se hubiese dado cuenta de ello.

Él la saludo: ¡Hola Polaco!

 

6 comentarios:

  1. Me gusta, nada de sexo esta vez- Es un alivio. El recurso del uso del futuro, paso del tiempo. Ya me voy imaginando como va a terminar esto... Una objeción. En 2018, el MSN va a ser historia. Lo del numero telefónico sin cambiar, discutible.

    Espero el final. Como habrás notado, soy muy exigente... pero con los demas xD

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  2. JAJAJAJAAA... Tenés razón en todo. Voy a corregir esos detalles. ¡Gracias!

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  3. Muy buenooo! me encantó, te felicito! Saludos!

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  4. ¡Gracias Julian! Si querés leer la historia completa, vas a encontrar los links listados a la derecha por capítulos, de abajo para arriba van sus partes. Espero que no te molesten los relatos eróticos (?) Besos.

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  5. Me encanta la ciencia ficción. Crecí leyendo mucho de eso. Más aún, mi único cuento es de este género. Pero pensar el 2018 en estas décadas donde los avances de la comunicación se llevan puestos más de un interesante avance de la tecnología (el obsoleto CD por ejemplo) me distrae del curso del relato. Tengo que imaginar y no puedo dejar de expresar que en 6 años quizá algunos tengan chips implantados en el bocho, así que lo de "me conecto" me pareció extemporáneo, es decir "Impropio del tiempo en que sucede o se hace". Mis disculpas a la autora, no quiero ser ofensivo sino aportar mi mirada crítica. ¡Saludos!

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    1. Entiendo tu punto y acepto el comentario. En "mi futuro imaginario" el ser humano aún podrá elegir ser hallado conectándose a una "web" si querés, podrá tener ese chip en el cuerpo pero no perderá su capacidad de elección de ser visible o invisible a su antojo. Por eso se conecta como se desconecta a voluntad. =)

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