Cuando uno es inmortal, literalmente no tiene nada que perder. Si me dan a elegir entre EXPERIENCIA y MORTALIDAD o INEXPERIENCIA e INMORTALIDAD, elijo ésta segunda. La decisión es obvia. Tengo toda la vida para equivocarme, incansablemente.
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Me encantan las citas, son de un encanto irresistible y su simplicidad las acerca a la perfección. Pero exigen de una condición ineludible: no saber nada de la vida del citado. Así, el admirable, el genial E. Hemingway, no sólo no llenó ningún vacío propio (ni bueno ni malo), sino que eligió la más infalible e irrevocable vía para aniquilarlos: se voló la cabeza de un escopetazo.
ResponderEliminar¡Ay! Qué manera cruel de arruinarme el día señor Anónimo. Gracias de todos modos por comentar.
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