sábado, 8 de octubre de 2011

CAPÍTULO 6: Inmortales. 2° parte.

Se quedaron así, abrazados en el calor de ambos mientras afuera el cielo descargaba todo su poder para celebrar el comienzo de algo nuevo.



El amanecer los fue descubriendo entre besos y caricias.
Se quedaron acostados conversando y riendo y besándose hasta que, de pronto él se levantó diciéndole que se iba a dar una ducha; ya eran pasadas las diez y no habían prácticamente dormido en toda la noche.

   ¿Hasta cuándo te podés quedar?—, le preguntó como al pasar a la distancia mientras abría las canillas.

   No sé, no me esperan en ninguna parte hoy...—, le respondió ella desde la cama alzando la voz para que la pudiese oír.

Le pareció increíble estar diciendo eso y sintió muy dentro suyo que aquel era el primer momento en que se encontraba consigo misma desde hacía mucho tiempo. Mientras fumaba un cigarrillo miraba a través de la ventana el cielo despojado de nubes.  Un magnífico viernes de sol. Un magnífico primer día del 99'.
Entre pitadas pensaba en las explicaciones que tendría que dar a su pareja cuando regresara a su casa. Eso la molestaba bastante, tener que dar explicaciones la molestaba, y mucho... y justo a él que jamás las daba, o al menos daba explicaciones difícilmente comprobables o inverosímiles.
Lo creyó injusto tener que inventar alguna buena excusa que justificara estar tanto tiempo incomunicada. En ese momento determinó que decidiría qué decir y qué hacer llegado el momento, no valía el esfuerzo adelantarse a los hechos.
En eso se acordó de su teléfono celular y lo fue a buscar al living, en cuanto lo encendió le aparecieron una decena de llamadas perdidas de él y cinco mensajes de voz. La había estado rastreando. Escuchó el primer mensaje. "Hola, estoy en casa. ¿Te pasó algo que no volviste de Burzaco? Por favor llamame, estoy preocupado. Te amo." Enseguida lo borró. Escuchó el siguiente. "¡Hola! ¿Dónde estás? ¿Te quedaste en lo de tus viejos? Por favor llamame urgente, necesito saber dónde estás. Llamame." Lo borró. El tercero. "¡HOLA! ¿Dónde mierda te metiste? ¿Por qué carajo tenés el celular apagado? ¡Llamame!" Lo borró también. Escuchó el cuarto mensaje. “...tamadre!" Se sonrió y lo eliminó, finalmente escuchó el último. "Mi amor, mi vida, ¿dónde estás? Por favor llamame, decime si te pasó algo. Llamé a lo de tus viejos pero no me quisieron decir nada. ¿Dónde estás? Llamame necesi..." Y lo borró también. Por las dudas decidió llamar a su mamá para tranquilizarla.

   Hola.

   Hola ma. Soy yo.

   ¡Hola! ¡Feliz año nuevo!

   ¡Hola! Feliz año nuevo, ma. ¿Cómo lo pasaron?

   Bien, bien, bárbaro. Elena hizo lechón así que todos terminamos cenando Hepatalgina! jajaja... ¿vos bien? ¿Qué tal lo pasaste anoche?

   Muy bien, ma. Muy bien. ¿Hubo algún llamado para mí?

   Nada importante. ¡Llamó el quetejedi pero le corté! jajaja...

   Está bien, quería que te quedaras tranquila que yo estoy bien. Por si vuelve a llamar.

   Bueno hijita, no hay problema. ¡Vos empezá a vivir tu vida!

   Estoy en eso, ma. Bueno, te dejo un beso. Chau.

   Chau, cuidate.

Cortó y apagó el celular con la tranquilidad de que tenía todo bajo control.
Hacía seis años que mantenía aquella relación, a esta altura enfermiza, con su pareja. Lo conoció cuando apenas tenía casi 20 años, había sido su jefe en su primer trabajo. En cuanto lo conoció la sedujo la diferencia de edad, él tenía 35 años y fama de mujeriego. Por aquel entonces era el marido de una conocida de su mamá y su relación con él estaba condenada a permanecer por siempre en la clandestinidad. Durante los dos primeros años habían sido solo amantes de mediodías y algunos fines de semana, los siguientes dos años ella lo amenazó con que si no la blanqueaba ante su familia lo dejaba para siempre y los últimos dos, convivían a medias. Alquilaban un departamentito al lado de la casa de los padres de él. La convivencia era relativamente poca, ya que algunas noches y casi todos los fines de semana él lo pasaba en la casa de su ex mujer para ver a su hija adolescente. Y ella sola encerrada en algo más que cuatro paredes. Se había alejado de su familia que lo rechazaba, de sus amigas que le advertían que estaba cometiendo un grave error, e incluso, se había alejado de lo que ella había proyectado para sí: una familia. Formar su propia familia.
Fueron muchas noches y muchos domingos de encierro, de llanto desesperado, de oscuridad y de una vida sin ventanas que dieran al cielo despojado de nubes.
El ruido de la puerta del baño la trajo sorpresivamente de vuelta a la realidad. Fue al baño y lo encontró orinando con la puerta abierta.
Se puso detrás de él y con una mano le sostuvo el miembro mientras orinaba, con él escribió imaginariamente su nombre. Ambos rieron a carcajadas.
 

6 comentarios:

  1. Ayer descubr tu blog. Impresionante narrativa. Atrapante. MAS!!!!!

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  2. genial me encanto , como siempre admiro tu capacidad de expresion

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  3. Tengo la intranquilizante sensación de que te metiste en mi cabeza, a describir mis sensaciones desde el punto de vista femenino... Sólo la diferencia de no haber tenido a nadie que me recrimine, el resto se siente tal cual... Genial

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  4. Pues pido disculpas. Ahora aparecieron las razones que explican por que razón ella no pasa la nochebuena con su pareja

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