jueves, 12 de julio de 2012

CAPÍTULO 21: Más que palabras. 2° parte.

28 de septiembre de 2011.



18:45 hrs. Bernardo de Irigoyen al 500, CABA

Calurosa tarde primaveral. "Hola" envió en SMS después de meses de distanciamiento y con la ilusión apagada de recibir alguna contestación. Entró a la disertación partidaria a la que había sido invitada red social mediante, apagó el celular. Una hora y media después salió a buscar aire. Las discusiones políticas sin propuestas sólidas la aburrían profundamente. Levantar por levantar la voz le parecía una pose vacía, ahora, de grande.

21:30 hrs.

Había llegado el momento de break con café y masitas secas. Sin pensarlo salió a la vereda con la intención de regresar a casa. Encendió el celular. "¡¡Hola!!" la sorprendió el celular en cuanto se sintió vibrante otra vez.
Camino al estacionamiento donde tenía el auto contestó: "¿Cómo va?". Tanteó el ticket de la playa en el bolsillo trasero del jean. Pagó en la caja y saliendo a la calle recibió un nuevo mensaje: "¿En qué andás, Polaco?". En el primer semáforo que se interpuso en su camino contestó: "Llamame si podés". Se puso los auriculares del manos libres del aparato. Buscó un tema para amortiguar la espera, de esa llamada, que le latía en el cuerpo.
Se interrumpió la música por la llamada entrante.

   ¡Hola!

   ¡Hola Polaco! ¡Qué bueno que te hayas contactado! —dijo él con toda la sinceridad en la voz.

   Qué bueno que vos hayas contestado —se alegró ella también.

   ¿Por dónde andás?

   Estoy yendo por Avenida Santa Fe con dirección a Juan B. Justo —indicó ella con dominio de sí.

   ¿En qué andás? ¿Qué andás haciendo fuera de tu zona? ¿Tu marido lo sabe? —broméo él, contento.

   Sí, le dejé una notita en la puerta de la heladera para anoticiarlo! —siguió el juego ella.

   Qué lindo escucharte Polaco.

   ¿Vos qué hacías? —preguntó ella curiosa.

   Hago que trabajo. Estoy en la clínica. Salgo en quince minutos. Por Juan B. Justo podés ir hasta Nazca y te acercás a mi casa.

   Lo sé.

   ¿Me esperás?

   No puedo. —Estoy yendo a casa.

   ¡Qué lástima! No sabés las ganas que tengo de... verte —dijo él con malicia en la voz.

   No lo dudo —contestó ella con la misma intención.

   ¿Te vas a conectar esta noche? Quisiera saber de vos. Hace bastante que no hablamos...

   Sí, me conecto esta noche. Quiero mostrarte un blog que estoy escribiendo. Es sobre nosotros. Tenía que poner en alguna parte esta historia que nos une y que comenzó un día de calor de 1998.

Del otro lado hubo un silencio quieto.

   ¿Hola? ¿Me escuchaste? —preguntó ella.

   ¡Sí! Me dejaste helado con eso de que hiciste un blog dedicado a nuestra historia. Nunca hubiera imaginado que tal cosa hubiese podido ocurrir jamás.

   ¿Qué cosa? ¿El blog? ¿La historia? ¿Yo? ¿Nosotros? —disparó ella sin pausa.

   Todo eso por separado y la conjunción de todas esas cosas. Vos escribiendo en un blog nuestra historia. Me sorprendiste Polaco. Una vez más —concluyó él perturbado.

   Bueno, esta noche te lo muestro. Ya voy por el capítulo ¡cinco!

   ¡Ah! ¿Es como una novela con capítulos? Mirá que bien.

   ¡No! Es más que una novela, es una película. Es nuestra película, tiene música, tiene imágenes, nos tiene a nosotros, juntos. Me encantaría que lo vieses. ¡No sabés cuánto! —dijo ella entusiasmada.

   Y yo no veo la hora de verlo ahora que te escucho hablar de tu blog.

   De nuestro blog —lo corrigió con alegría.

   De nuestra historia —se emocionó él sosteniendo el celular junto a la cara y la mirada hundida en una pared blanca de quirófano.

3 comentarios:

  1. Metashe a bucar mas adentro...UTE PUEDE...YO SE...ma monito queremoshhhh...jajajaja

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  2. Era hora que se enterara él!!! Me estoy poniendo al día... Hace rato que no leía y veo que seguiste!! Bien ahí!!

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