viernes, 20 de julio de 2012

CAPÍTULO 21: Más que palabras. 3° parte.

3 de octubre 2018. 3:15 am


Ella abrió las piernas y él se metió en su cuerpo... hasta sus más tiernas profundidades... Más tarde, cansados, extasiados el uno por el otro se quedaron quietos, abrazados por el manto blanco de mil conejitos tibios. Se acomodaron para mirarse de frente.

   Polaco, nunca te lo pregunté pero siempre me intrigó ese afán tuyo de contar nuestra historia en un blog público. ¿Por qué lo hiciste? ¿Lo cerraste ya?

   Lo hice por una necesidad muy profunda de que algo tan privado, tan íntimo, tan intenso como lo que nos pasó,  viese de algún modo la luz. Me era insoportable ocultar lo que sentí por vos desde la primera vez que te vi en mi vida, el modo en que nos conocimos, tu regreso a mí, nuestros distanciamientos, el paso del tiempo voraz que se come todo lo que encuentra a su paso pero que, sin embargo, nos dio la posibilidad de reencontrarnos.

   De reencontrarnos a nosotros mismos más maduros y también de reencontrarnos nosotros mismos internamente... ¿querés decir eso?

   Sí. En el blog quise narrar una historia de amor. La historia que nos unió desde el siglo pasado. No cerré el blog, todavía. Tal vez deba cerrarlo... ahora que la historia ya tuvo un final. Por ahora ficticio.

   Vi que diste fin a la trama de una manera algo fantasiosa, pero está bien. No se podía esperar menos.

   Lo que vos significaste para mi desde la primera vez fue, y sigue siéndolo, tan grande, tan inmenso que si no lo ponía en alguna parte te juro que me hubiese vuelto loca.

   Algo loca ya estás, convengamos que no sos "normalita" —bromeó él y le besó suavemente la punta de la nariz.

   Tal vez por mi locura es que nunca me pudiste olvidar...

   No sé si por tu locura o por lo loco que me volviste siempre. Siempre tan guerrera, en todos los sentidos, siempre dispuesta, siempre presente. Y desde este último tiempo, más entregada que nunca.

   Bueno, eso en parte se debe a vos. Vos hiciste que me animara a hacer muchas cosas. Te lo dije mil veces. Hubo un antes y un después del "nosotros juntos". Con vos crecí mucho y sin vos el dolor me hizo fuerte para enfrentar lo que se presentara. Antes de conocerte yo me había condenado a una relación enferma que me quitaba más de lo que me ofrecía. Vos apareciste y todo cambió. Vi un panorama amplio. Vi que todavía podía elegir con quien estar. Llegaste con tanto para darme. Me contaste de lugares en el mundo que pude recorrer con vos en mi mente, llegaste con música, llegaste con las manos repletas de historias para contar y para compartir conmigo. Llegaste con una biblioteca, con la mismísima biblioteca de Babel con libros sin fin, historias eternas, palabras profundas, palabras calientes, palabras que me enseñaron a pensar. Llegaste para hacerme la mujer que hoy soy.

   No fui nunca tu salvador, no te confundas.

   Nunca dije que hayas sido mi salvador, solo dije que llegaste con mucho para darme. Yo estaba vacía, a los 26 años ya estaba vacía. Me habían quitado sueños, ganas, esperanzas. Después de vos viajé un poco, hice una carrera universitaria, me lancé a descubrir el mundo que me rodeaba. Ni más ni menos. Conocí a los hombres, buscándote.

   Ya habías intentado descubrir el mundo, tal vez yo solo te di un empujoncito no más...

   Con vos puedo ser yo misma. Con vos soy yo. Soy mi esencia. Con vos me siento vivir. Si fue o no tan solo un empujoncito, no lo sé, lo único que sé es que vos despertás mi verdadero yo. Con vos me siento pura, completa, entera.

   Me sorprendés con todo esto que me decís. Creía que solo me ocurría eso a mí, no sabía que también te pasaba a vos. Desde el principio de todo me generaste una suerte de ternura inexplicable. Cuando te conocí sentí que mi obligación era protegerte, cuidarte — pensó un momento en silencio absorto mirando en un punto fijo invisible a los ojos de ella — sí, es eso. Cuando te conocí supe que debía protegerte de vos misma. No sé cómo explicarlo pero algo me decía que tenías una tendencia natural a la autodestrucción. Yo solo quise amortiguar el impacto para que no salieras lastimada. No sé si resultó o no. Solo sé que no quise hacerte daño, por lo menos no más daño del que vos misma te hacías todo el tiempo. Pero insisto en esto: no fui tu salvador. No pude salvarte de tu propio destino. No pude evitar que te fueras de mí tras tus sueños.

   No lo pudiste evitar, como tampoco pudiste evitar que volviera a vos.

   No me buscaste.

   Ni lo hubiese hecho jamás. Acordate que no sabía lo que sentías por mí. No sabía que signifiqué algo en tu vida. Recién ahora lo sé.

   En cambio yo, no pude evitar buscarte. Polaco, no tenés idea de cómo te pensé en todas y cada una de las veces que nos distanciamos. No lo sabés.

   Decímelo entonces. No lo sé. Contámelo. Decime qué pasó por tu corazón, tu mente, tu cuerpo, tu alma cada vez que nos dejamos de ver por años. Decímelo. Necesito saber que no estuve sola todas las veces que pensé en vos. Toda vez que reviví en mis sueños, en mi mente  los momentos que pasamos juntos...

   No, no estuviste sola. Yo estuve ahí, con vos. Cuando recordaste el día que te regalé el libro por tu cumpleaños, o la vez que me pensaste remontándote a la maravillosa tarde de octubre, que nos conocimos y que todo cambió. Estuve con vos.

   Sos hermoso. Gracias por decirme todas estas palabras.

   No me agradezcas nada Polaco. Todo esto que te digo son más que palabras. Habla mi alma.



3 comentarios:

  1. Me perdí un poco en la historia. Hace rato que no la retomaba. Siento que lo que leí en todo este capítulo ya había sido escrito, aunque con otras palabras

    ResponderEliminar
  2. En este capítulo siento una fuerte identificación!!! ¿Me creerías si te digo que muchas palabras que ponés en boca de los personajes se escuchan entre mi mujer y yo?
    Me gusta mucho esta historia!!

    ResponderEliminar