domingo, 25 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 4: Cuando éramos inmortales. 3° parte.


Bajaron a la calle, subieron al auto de él y partieron hacia el centro a cenar.

   ¿Te gusta Eurythmics?—, preguntó al encender el estéreo del auto.

   Mucho—, deslizó ella mirándolo a los ojos.

   Bien...—Y pulsó el botón de play.



Here comes the rain again
Falling on my head like a memory
Falling on my head like a new emotion
I want to walk in the open wind
I want to talk like lovers do
I want to dive into your ocean
Is it raining with you

En silencio escucharon la canción mientras se sumergían en el tránsito. Ya eran casi las once menos veinticinco de la noche y aún faltaba encontrar estacionamiento y lugar para cenar. Se detuvieron frente a un estacionamiento sobre la Avenida Corrientes, vieron algunas parcelas desocupadas y entraron.
 A unos pocos locales de distancia del estacionamiento encontraron un restaurante con unas pocas mesas desocupadas y entraron con la esperanza de que les gustara el lugar. Enseguida se sintieron cómodos y decidieron quedarse.
Fueron directo hacia una mesa apartada en un rincón del gran salón, en el sector de las mesas privadas con divisores entre las mesas y bancos con respaldo en tres de sus costados. Era el sector de los boxes privados. Por encima de las tarimas divisorias había cantidad de Potus cubriendo cualquier visibilidad entre los boxes.
Enseguida que se sentaron llegó un mozo con un par de menús y una carta de vinos.
Con una sonrisa marfil los dejó decidir qué hacer con sus vidas.

   ¿Tenés mucho hambre?—, preguntó él sin levantar la vista del menú.

   En realidad, para ser totalmente honesta... tengo un nudo gigante en la panza... de los nervios...—, confesó ella sin tampoco levantar la mirada de su cuadernillo; —pero algo tendría que comer antes de ¡caer redonda al suelo!, — disparó con una risa algo nerviosa.

   Bueno, en tren de confesiones, yo también estoy un poco nervioso... ¿Te gusta el vino? ¿Te parece un Cabernet, un Malbec, un Tempranillo?—, cambió de tema rápidamente.

   Por ahora me gustaría un agua sin gas y vino, el que vos tomes. No soy de tomar vino porque el alcohol enseguida me hace efecto... efecto desinhibidor.

Él llamó al mozo que pasaba a dos mesas de distancia.
   ¿Señor?, preguntó el mozo y sacó del bolsillo de su casaca un anotador ajado.

   Sí, para empezar dos agua sin gas y una botella de Nieto Senetiner Cabernet Sauvignon.

   Enseguida, caballero—dijo el mozo de pelo entrecano y unos cincuentitantos muy bien llevados.

   ¿Qué te gustaría comer, ya que estamos algo nerviosos?—le preguntó con una sonrisa mientras volvía a abrir el menú.

   Bueno, como gustarme me gustaría un matambrito tiernizado y una ensalada verde con oliva y limón—, resolvió ella con una sonrisa sin siquiera abrir su menú ahora.

   Ah, para estar nerviosa sos bastante expeditiva, bien, me gusta eso. Sin vueltas. Veremos si te dura el paso firme—, la desafió pícaramente mientras lo veía venir al mozo con las bebidas.

   Ya nos decidimos: dos matambritos tiernizados con ensalada verde con oliva y limón, —le pidió mientras el mozo le servía en su copa un poco del vino para que lo catase, —muy bien—aprobó luego de probarlo.

   Perfecto, muy buena elección—, dijo contundentemente el mozo mientras levantaba los menús y dejaba una bandeja con pancitos saborizados y un pequeño plato con rulitos de manteca con y sin hierbas. Entonces... primero decime el porqué de tus nervios y si tu respuesta me convence, entonces te voy a decir yo, por qué mis nervios—, la  desafió nuevamente mientras untaba un rulito de manteca en una rodajita de pancito tipo francés.

   Ok. Mis nervios son simplemente porque jamás me fui a cenar con un alumno. Está bien que mis otros alumnos tienen entre ocho y sesenta años, y bueno, para el caso ninguno de esos extremos en edades me atrae. ¡No me gustaría tener que cortarles la carne para que coman!—, lanzó con una risita reprimida.

Entre carcajadas él la sorprendió: — ¿No te avisé que me tenías que cortar el matambrito en pedacitos chiquitos? Bueno, ¡estás avisada ahora!—, siguió el juego él y se largaron a reír al unísono.

   Está bien, tu respuesta me convenció así que debe de ser cierta así que ahora te digo el porqué de mis nervios... Yo tenía, o tengo... cierto temor... buscó en su cabeza las palabras más adecuadas de que en cualquier momento te sientas mal o te arrepientas o te eches para atrás y no sé, salgas corriendo en cualquier momento concluyó con la sinceridad tallada en el entrecejo.

Dicho esto ella tomó su carterita y su saquito y amagó con irse con cara de fastidio, pero volvió a sentarse con una sonrisa amplia.
   ¿Ves? Eso me mata de vos. ¿De dónde sacás esas cosas que se te ocurren?—, lanzó sin medir las consecuencias de sus palabras.

   Pará, pará. ¿Cómo es esto de "eso me mata de vos"? Justifique su respuesta—concluyó firme mirándolo a los ojos.

   Uh. Bueno. "Eso me mata de vos" significa que me gusta que seas así. Lo hacés en las clases como fuera de las clases. Lo hacés porque sos tremendamente simpática y transparente. Sos auténtica y eso me gusta, me seduce...— terminó diciendo mientras se acercaba el mozo con los platos.

   Te salvó la campana del recreo—dijo ella mientras hacía lugar para su plato.

Comieron tranquilos hasta que algo los alertó. Él miró la hora y ya eran las 23:40. Resolvieron llamar rápido al mozo para pedir la cuenta. El mozo llegó rápido y con sorpresa por la pronta partida los invitó a tomar una copa de champagne invitación de la casa por el Año Nuevo, pero con total amabilidad la rechazaron agradecidos por el grato servicio del lugar y suyo. Lo alegraron con una propina más que interesante.

Subieron al auto y enseguida estaban de nuevo en el medio del tránsito. Él decidió ir a la zona del puerto para ver los fuegos artificiales del fin de año sobre el río.
Siguieron escuchando el CD de Eurythmics mientras el calor empezaba ahora a invadirlos. El cielo estaba totalmente encapotado.


23:58...

23:59...

00:00...

Ante una explosión de colores que salpicaba el cielo oscuro, ellos solo tenían sus ojos posados el uno en el otro.

   Feliz Año Nuevo—, dijo él.

   Feliz año Nuevo—, repitió ella.

Él se acercó a ella, le miró la boca. Ella se acercó a la suya y posó su mano sobre la de él que ya la tomaba del cuello.  Se rozaron los labios con las bocas entreabiertas. Él le mordisqueó suavemente el labio inferior.
Cerraron los ojos y se acercaron aún más. Él le abrió la boca con la suya y le recorrió los labios con la lengua caliente. Ella se dejó saborear dócil con los labios entreabiertos. Se acercaron más. Ella le devolvió la caricia pasándole la suya por los labios suavemente... le besó los labios con ternura. Después con la punta de la lengua le abrió la boca y se la metió despacio para sacarla de nuevo y volverla a meter en busca de la suya para envolverla. Él se la introdujo caliente suavemente envolviendo la de ella, saboreándosela. Abrieron las bocas, sacaron las lenguas y se las lamieron y succionaron mutuamente.
Metió una mano por un costado del asiento y le reclinó el respaldo para dejarla más cómoda. Ella se relajó gustosa y lo rodeó con ambos brazos mientras recibía complacida esa boca con la que tanto había fantaseado.
Se lamieron, se buscaron las comisuras de los labios, se chuparon, se bebieron, se sintieron latir los corazones galopantes, se sintieron vibrar, se sintieron flotar, se dejaron hacer lo que el otro deseaba hacer, se olieron, se gustaron, se comenzaron a tocar apretados en las ropas...
...él le acarició los muslos y le entreabrió las piernas. Ella las terminó de abrir más mientras él se acomodó encima de ella y le lamía con toda la lengua el cuello húmedo.
Volvió a besarla ahora con un brazo suyo rodeando la nuca de ella y la otra mano debajo de la cola. Le acarició la cadera firme y suavemente mientras ella gemía despacio debajo de él. Ella liberó ambas manos y lo tomó de la cintura a él trayéndolo más contra su cuerpo.
El sudor los empapaba a ambos y seguían explorándose. Ella lo besó en el cuello y le mordisqueó suavemente el lóbulo de una oreja. Las ropas cada vez los ceñían más. Ella le sacó la camisa del pantalón para acariciarle la espalda.
Él le acarició un pecho por encima del vestido pero luego le bajó un bretel con los dientes y buscó con la boca rodearle todo el pecho, ahora al descubierto.
Él se estremeció con placer y bajó la mano hasta el muslo desnudo de ella y fue subiendo firme hasta llegar a sentir el elástico de su prenda inferior.

Ella se dejó acariciar por debajo del vestidito, húmeda... lo besó profundamente y deslizó su mano hasta llegar a tocarle el ombligo, luego bajó firme por la piel hasta meter la mano dentro del pantalón... lo acarició fuertemente con toda la mano y siguió bajando hasta donde pudo... lentamente sacó la mano y se lamió los dedos.... luego le susurró jadeante al oído: —...te voy a coger.

7 comentarios:

  1. Es muy bueno esto... Es muy, pero muy bueno (y no hablo de lo evidente, sino de las sensaciones)... Es un relato con el que me identifico totalmente, contado en colores y hasta con perfumes... Genial!!

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  2. Al leer esta serie me siento dentro de la historia. Venía viviendo toda la previa. Excelente final cuando dice "ahora te voy a coger", porque de repente le da un rasgo inesperado al personaje masculino, que hasta ahora parecía medio reprimido. Esto presagia una pasión tormentosa. Excelente.

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  3. =)

    aiii m dio hambre!!

    ya nose q mas poner jijiji

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  4. Muy intenso esta parte 3 del cap. 4.
    Sin embargo, hay dos detalles que no puedo dejar de mencionar.
    1º) "y sacó del bolsillo de su casaca un anotador hojeado." Con la mejor onda, algo está mal en esa frase, me parece que le cabe "ajado" más que "hojeado"
    2º) Hay un lector que hace una interpretación sobre la masculinidad de él y la frase "ahora te voy a coger". Sin embargo, de acuerdo al relato, es ella quien pronuncia esa frase.
    "Ella se dejó acariciar por debajo del vestidito, humeda... lo besó profundamente y deslizó su mano hasta llegar a tocarle el ombligo, luego bajó firme por la piel hasta meter la mano dentro del pantalón... lo acarició fuertemente con toda la mano y siguió bajando hasta donde pudo... lentamente sacó la mano y se lamió los dedos.... luego le susurró jadeante al oído: "te voy a coger."

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    1. 1°) Tenés razón, "ajado" es la palabra que más se ajusta.
      2°) Ella le dijo al oído a él: "te voy a coger." =)

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  5. ¿Quién se coge a quién? Ella, ella, siempre es ella… Bonita bienvenida a un año que comienza. “y sacó del bolsillo de su casaca un anotador… ¿Hojeado? ¿Ajado? ¡Sacó un anotador! Con éste me tuve que sacar el saco…
    Saludos.

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