martes, 6 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 3: Lo que el tiempo nos dejó.

Febrero 2009.

La rutina la había domesticado a los quehaceres de la casa, amamantar a su bebé de seis meses mientras revisaba su casilla de correo electrónico como todas las mañanas. Su marido ya había salido a trabajar y la casa quedaba bajo su custodia por todo el día.
Música baja de fondo, su bebé dormitando en sus brazos mientras la bebía despacio, publicidades de hornos, viagra, hostel en Australia, prótesis peneana, ofertas de "Mercado Libre", oportunidades laborales y una decena de mails más.

Siguió borrando mensajes hasta que un remitente desconocido la saludó desde el asunto: "¡Hola!", previsualizó el mensaje y leyó: 

"Espero que estés muy bien. Hace tiempo que conseguí tu mail y dudé bastante hasta decidirme a contactarte. Me gustaría saber qué es de tu vida. Hace muchos años que no hablamos.

Un abrazo.
Alejandro"

Releyó el mensaje un par de veces y decidió contestar, sin saber exactamente de qué Alejandro se trataba. Alguna vez y hacía muchos años había tenido un alumno de inglés y un amor pasajero con ese nombre. De todas formas respondió:

"Hola Alejandro,
¡Qué sorpresa tener noticias tuyas! ¡Tanto tiempo! Te cuento que dejé de dar clases de inglés, ya hace como cinco años que no enseño. Ahora soy madre, vivo con mi marido en el noroeste y hago alguna que otra traducción por encargo. Pasé por varios trabajos muy distintos pero todos relacionados con el idioma. Me alegro que estés bien.
Te mando un beso grande.
Cariños."

Releyó una vez más el mail y pensó que era correcto tanto para un ex alumno como para un ex cualquiera. Con satisfacción clickeó sobre send.
Siguió navegando por internet buscando ofertas de trabajo. Nada encontró que se ajustase al perfil de "madre de un lactante", era complicada la búsqueda. Dejó dormir en la cuna a su bebé y ordenó un poco la casa. Tenía que aprovechar todas las pequeñas siestas que se le presentaran para dejar la casa medianamente presentable para su gusto. 
El día continuó fiel a su rutina sin sobresaltos. Decidió aprovechar otra siesta para revisar nuevamente el correo.

Una respuesta del tal Alejandro la atrajo. "Re: re: ¡Hola!"

"No tenés ni idea de quién soy y era prácticamente imposible que lo adivinaras. Pero por tu respuesta veo que seguís siendo tan hábil como te recuerdo. No te podés imaginar lo que sentí cuando vi tu respuesta en mi casilla de correo. No te exagero si te digo que no me animé a abrirlo hasta hace un rato, y tomar la decisión de contestarte me tomó otro tanto. Tu respuesta fue abrir una puerta al pasado. Una puerta que admito coloqué yo para que vos la tuvieses a mano, y soy tremendamente afortunado de que la hayas visto y abierto también. En estos diez años no pasó un día sin haberte tenido presente. Aunque no lo creas.
"¡Te mando un beso grande Polaco!"

1 comentario:

  1. Me mataste... ¿10 años después?
    ¿Así nomás, de repente?
    10 años después... mejor decir que callar...
    Ok, seguiré esperando... =)
    GENIAL!!

    ResponderEliminar