domingo, 27 de septiembre de 2020

Eclipse de lunas. Capítulo XVI: No pasa un sólo día en que no piense en ella...

Capítulo XVI: No pasa un sólo día en que no piense en ella...



No pasa un sólo día en que no piense en ella, desde hace cuatro años.

Desde el instante exacto en que la vi por primera vez, hasta el último beso de despedida.

Desde el instante en que la vida decidió trucar nuestros caminos, para que indefectiblemente luego deseáramos transitar un nuevo sendero, juntos, por siempre.

Desde el perfume inconfundible de su piel.

Desde aquel mágico e inolvidable instante en que me perdí en sus ojos y nada volvió a ser igual.

Desde ese milagroso arrebato de hundir mis dedos en su cabellera sedosa para no querer nunca más salir de allí, jamás.

Desde el momento en que nos dijimos con el corazón lo que nunca habíamos creído poder decir.

Desde aquella noche en que lloró en mis brazos y no supe qué decirle.

Desde ese único momento en que deseé haberla conocido antes, que hubiese sido ella y sólo ella mi mujer, la única.

Y desde entonces es que cualquier suceso, por pequeño, pueril, insignificante, cotidiano que parezca, me empuja hacia su recuerdo.

El eco de su risa resuena aún, lejana y sorda, en mi mente.

La foto de su sonrisa me transporta a la dicha de sentirme dentro suyo, como nunca, como nunca después.

Un cielo, un paisaje, un color, un aroma, una canción, una palabra, un silencio.

Todo tiene algo suyo porque veo todo a través de su recuerdo.

Una película, una tristeza, una tela, una ventana, una dicha.

Inequívocamente me hace saltar hacia el abismo de no tenerla.

Mirarme las manos, sacarme los lentes y esperar sus caricias, en vano, me hunde el pecho y me cierra la garganta.

Dita escuchaba en silencio aquella profunda declaración de amor, que no le correspondía ni le pertenecía y sintió que se le humedecían los ojos. Entendía perfectamente ese sentimiento puro, genuino, auténtico. Se reconocía haber estado ella también en ese lugar, en las sombras de la pena. En la angustia del tiempo que no pudo ser.

Se reconoció en no dejar pasar ni un sólo día sin pensar en aquel alguien...

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