lunes, 18 de junio de 2012

CAPÍTULO 19: Hacia Asia. 3° parte.



Desarmó el equipaje. Clasificó la ropa sucia en colores claros por un lado y oscuros por otro. Las metió en bolsas para que la mujer que le limpiaba la casa la llevase al lavadero. Pasó los videos del viaje a la computadora mientras tomaba sus primeros mates después de unas largas tres semanas. Chequeó el calendario en su pequeña Tablet, le quedaban tres días más de vacaciones. Volvería a trabajar el martes 16 de agosto de 2016. Durante su estadía fuera de casa quiso desconectarse de todo y de todos, por eso recién ahora su teléfono celular volvía a estar operativo para comunicaciones. Durante el viaje solo tuvo habilitado el GPS y roaming de mapas internacionales. Para el mundo fue inubicable durante 21 días. Se sorprendió al ver la cantidad de SMS, mails, y mensajes de voz que tenía almacenados el pequeño aparato. Comenzó por leer los SMS. Algunos eran viejos y del trabajo y resueltos sin su intervención. Un mensaje de Luciana, su joven profesora de inglés, 28 maduros años, con la que había vuelto a estudiar Inglés después de mucho tiempo, preguntándole cuándo regresaba para continuar con las clases. Le contestó que la llamaría el martes por la tarde, que recién aterrizaba en Buenos Aires. Se despidió con  un "Te mando un beso". Terminó de borrar y guardar algunos de los mensajes y comenzó a leer el centenar de correos mientras cargaba el segundo termo inteligente para el mate. Tenía la confirmación electrónica de los pagos de servicios e impuestos debitado de sus cuentas bancarias, y un alerta de su psicoanalista avisándole que tenían que conversar acerca del nuevo horario de las sesiones. El terapeuta se había mudado recientemente y necesitaba tiempo para terminar de acomodarse en el nuevo PH. Le respondió que lo llamase en cuanto le fuera posible, que necesitaba ir a verlo, que recién llegaba de la India y quería coordinar el nuevo horario con él. Durante el fin de semana no hizo más que retornar a sus hábitos cotidianos. Hizo compras online. Compró el diario de la mañana. Salió a buscar libros, todavía prefería leer en papel aunque fuera tan caro debido a la reglamentación nacional de conservación ecológica.  Caminó por el barrio. Desde que había abandonado el cigarrillo definitivamente, en el 2005, disfrutaba salir a respirar un poco de ciudad y poner el cuerpo en movimiento. Su vida porteña recobraba su forma habitual. Todo volvía a ser como siempre, volvía a Buenos Aires.
Aquella primera noche, otra vez en casa, se acostó sorprendentemente temprano. No era aún medianoche y el sueño lo venció.





   Instituto de Idiomas Faster Ways, buen día.

   Buen día, que tal. Llamaba por el curso de inglés acelerado. Lo vi en el diario y me interesaba saber cómo es la metodología, la duración y el precio.

   Correcto. El curso consta de 52 clases de 60 minutos cada una. Un docente va a su domicilio dos veces por semana para hacer el trabajo tutorial de aprendizaje. Los materiales son dos libros de texto, cada libro tiene un casete correspondiente con todas las lecciones. Solo tiene que abonar una matrícula de 190 pesos antes de comenzar las clases y le abonará al docente 12 pesos por hora de clase cada vez que vaya a su domicilio. El alumno firmará un voucher por clase como comprobante de que tomó la clase y realizó el pago. Ese comprobante se lo dará al docente que luego lo rendirá en nuestras oficinas. La primera clase se llama "Clase Cero" y es una primera entrevista con el docente asignado para que se conozcan y coordinen juntos el ritmo de las clases. Es solo una breve entrevista de no más de una hora y es también para evaluar los intereses y objetivos del alumno antes de comenzar con nuestro curso intensivo. Esta primera clase es absolutamente gratuita, también funciona para saber si hay compatibilidad entre el docente y el alumno. Luego de ese primer encuentro, nos estaremos comunicando con usted para saber si está conforme con el docente asignado o si prefiere otro docente.

   ¿Es necesaria la clase cero? ¿Uno puede saber en una primera entrevista si hay compatibilidad entre el docente y uno? —Encendió un Chesterfield— Nunca antes había visto nada parecido.

   Sí, entendemos su sorpresa pero créame que la primera impresión siempre es la más acertada. Tenemos años de experiencia que avalan esta metodología.

   Bien, me interesa. ¿Cómo hago para empezar con el curso?

   Primero tendría que dejarme su dirección y teléfono para que un representante pase a visitarlo para firmar el contrato de servicio. ¿Qué día y horario le parecería bien para recibirlo?

   Humm... martes o jueves después de las 18, sábados después de las 14.

   ¿Algún teléfono para que se comunique alguno de nuestros asesores?

   Sí, claro... el número de mi casa es el 545-45....

Se despertó sobresaltado, se sentó en el borde de la cama y abrió apenas la boca... de ella emergió un débil hilo de humo de cigarrillo.





Se recostó en la cama matrimonial mientras sus hijos veían una película animada en el living junto al padre. Le dolía un poco la cabeza. Inusualmente decidió tomar un analgésico. Enseguida cayó en un sueño profundo, hondo y lejano.

[riiiiing! riiiiing!] sonó su Kyocera verde mientras conducía hacia el centro a otra clase de inglés. Puso las balizas y estacionó para atender.

   ¿Hola?

   ¡Hola! Soy Coralí de Faster Ways. ¿Podés hablar?

   ¡Hola Coralí! Sí, claro ¿cómo estás?

   Mirá, tenés otro alumno. ¿Tenés para anotar?

   Sí, bancame un segundo que saco la agenda...
   Ok, ¿te viene bien los sábados a las 14 y los martes a las 19? Los martes terminás una clase en San Miguel a las 18, ¿llegarías bien al centro para las 19?

   Sí. Voy por autopista. ¿Qué parte del centro? ¿Microcentro?

   Hummm...no, —hace una pausa respirando sonoramente en el auricular— Esto es en Villa del Parque. ¿Ubicás por dónde queda?

   Sí, creo que más o menos sé llegar. ¿Es por Nazca? A ver, pasame los datos por favor.

   Bueno, tomá nota. Es médico anestesiólogo, tiene 33 años, soltero, vive solo, viaja mucho. Se llama Javier.

   Ajá. Bien.

   La clase cero es el sábado 24 de octubre a las 14 y si te da el ok comenzarías las clases el martes 27 de octubre a las 19. Te paso el teléfono de la casa, 545-45...

   ¡Gracias Coralí! Nos vemos en un rato. Tengo que dejarte la rendición mensual. Estaré llegando después de las 16.

   Dale, ¡te espero con un cafecito! ¡Chau!

   ¡Chau! ¡Hasta luego!

Cortó y continuó hacia su siguiente clase en el microcentro.
Cerca de las 17 llegó al Instituto de Idiomas Faster Ways. Coralí estaba en uno de los salones principales reunida con François, 30 años, profesor de francés; Guillermina, 24 años, italiano; Arturo, 45, inglés y traductor intérprete; Carla, 25, alemán e inglés; Josefina, 32, inglés; Julián, 27, portugués, inglés e italiano; Ana, 35, inglés.

Entró y saludó a la mesa con una sonrisa amplia. La saludaron todos con simpatía. Alelí le ofreció una taza de café en una bandejita de metal.

   ¿Cómo va eso, mujer misteriosa? —la sorprendió François en su español afrancesado.

   Todo muy bien, francés curioso —le contestó ella pícaramente.

   ¿Venís este viernes al cumple de Agustina? —le preguntó compinche Carla que estaba sentada justo frente a ella.

   ¿Era este viernes? —se acordó que no le había comprado ningún regalo a su compañera de trabajo. No eran muy amigos todos pero acostumbraban festejar los cumpleaños saliendo a bailar y haciéndose regalos útiles para cualquier profesor de idiomas. Agendas, anotadores, lapiceras, cartucheras, bolsos y carteras eran los obsequios más comunes y prácticos para todos.

   Sí, ¡te olvidaste! —la acusó señalándola con un dedo Arturo, el mayor de todos y con más años de antigüedad en el instituto.

   Ay, ¡sí! Me olvidé pero igual, no voy a poder ir esta vez —respondió apenada.

   Bueno, no te preocupes, vendrás para el próximo cumple. Creo que el que viene es el de Fransuá —dijo Julián imitando la pronunciación del futuro homenajeado.

Todos se rieron al unísono por el chiste.

Terminaron de hacer sus rendiciones y partieron cada uno a distintos destinos, ella debía regresar a su casa, a su oscura casa de desamor. Sólo necesitaba un rayo de luz.


3 comentarios:

  1. "Se recostó en la cama matrimonial mientras sus hijos veían una película animada en el living junto al padre. Le dolía un poco la cabeza. Inusualmente decidió tomar un analgésico. Enseguida cayó en un sueño profundo, hondo y lejano."

    "Terminaron de hacer sus rendiciones y partieron cada uno a distintos destinos, ella debía regresar a su casa, a su oscura casa de desamor. Sólo necesitaba un rayo de luz."

    En que tara pensando Polaco...?...

    Sa se....!....

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  2. Ola Dita! To soi saviondo, juajojaje, ke disa me dios! Va a ecrivirtE mi ermano dejoteee con íl. Vuasote.
    Hey Dita! Me dice mi bro que le gusta como termina el cap. 19 y me comenta que muy buenos los manejos de los tiempos. Te manda un baccio!

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