lunes, 26 de diciembre de 2011

CAPÍTULO 13: Reencuentro. 3° parte.


Apenas pudo dormir algunas horas, la ansiedad la tomaba por la cintura en forma de cosquilleo impaciente. Se despertó antes de las 7 am, se duchó y preparó el desayuno de su hijo y su marido. Cargó el lavarropas y lo dejó funcionando mientras desayunaba unos mates. Su marido se levantó y se sorprendió al ver su desayuno servido en la mesa.

   Buen día —dijo ella risueña.

   Hola. ¿Qué te pasó que te caíste de la cama? —le respondió el marido recién salido del baño y con olor a dentífrico.

   Nada. Hace calor para seguir acostados. ¡Tomate rápido el café con leche que se te enfría!

   Bueno. ¿No viste dónde dejé los anteojos?

   Están en la mesa del comedor —le indicó ella con el mate en la mano.

   Ah, qué boludo. Los dejé ahí anoche.

Mientras el marido empezaba a tomar su desayuno ella esperaba el momento para decirle que esa noche iría a salir.

   Ah, ¡me olvidé de decirte! ¡Esta noche es la reunión con las chicas por el cumple de Fer! —dijo y sorbió enseguida el mate que tenía en la mano.

   ¿Qué Fer?

   Fernanda. Mi amiga de la facultad.

   ¡Pero si vos no cursás más!

   Ya sé que no curso más, pero eso no significa que no veo más a mis amigas de la facu...

   ¿Y a qué hora te vas?

   Tipo nueve y media más o menos.

   ¿Dónde es? — preguntó intrigado el marido sin saber quién era esa tal Fernanda que no lograba recordar.

   Es en Villa Urquiza.

   Ah... ¡ya sé! — el marido recordó por fin a Fernanda.

   ¿Te acordaste de Fer?

   Sí. La flacucha de ojos claros con cara de pájaro.

   ¡No tiene cara de pájaro! ¿A qué pájaro se parece? —preguntó curiosa.

   ¡A un gorrión!

   No tenés idea de lo que estás diciendo. Bueno, como sea, esta noche salgo y vuelvo tarde, muy tarde. Vamos a ser todas mujeres que hace mucho que no nos vemos y vamos a hablar mucho y comer mucho también  —largó de corrido para cerrar posibles nuevos interrogantes.

   Bueno, me voy al laburo —el marido se levantó, tomó su cartera, alzó el celular y le dio un beso fugaz en los labios.

Se quedó sentada a la mesa con el mate en una mano y una sonrisa en los labios. Había llegado por fin el día tan esperado y empezaba sin sobresaltos.
Luego de darle el desayuno a su hijo fueron ambos al supermercado, ella con una inocultable cara de felicidad.
De regreso ordenó y limpió la casa, cocinó el almuerzo y preparó lo que resultaría ser la cena de los hombres  para esa noche: croquetas de pollo rellenas con jamón y queso.
El día transcurría lento. Muy lento. Llegó la hora del almuerzo y apenas pudo probar bocado. El marido llegó del trabajo un poco más tarde que lo acostumbrado por ser sábado, que trabajaba hasta las 13. Eran casi las tres de la tarde y no sabía qué ropa iba a ponerse. Quería verse bien y sentirse de veinte años otra vez. Aprovechando la siesta de los varones investigó qué tenía en el placard.
Finalmente dejó varias mudas distintas de ropa para decidirse después por alguna de ellas. Pasadas las 7 de la tarde y un rato después de intentar merendar algo decidió llevar a su hijo a jugar a la plaza. Necesitaba salir de la casa, cambiar de ambiente para tranquilizarse. Sentada sobre una hamaca mientras su pequeño corría de aquí para allá, le envió un mensaje de texto:


   ¡Hola! Todavía no busqué tu dirección en la guía. ¿No me la vas a mandar?

   Hola. No. Si querés llegar tenés que buscarla vos.

   Jajaja... Mi sexto sentido me dice que estás todo cagado.

   ¡Acertaste!

   Ok. La busco y a las 22 me tenés ahí. Besos.

   Es lo que temo. Besos.

Guardó el celular y miró la hora una vez más. En apenas dos horas se volverían a ver después de diez años de distancia. Un escalofrío le recorrió la espalda.
Regresaron a la casa, preparó una ensalada y calentó las croquetas unos minutos en el horno. Comenzó a prepararse para el encuentro. Buscó la dirección en la guía online y la memorizó fácilmente.
Se bañó con agua muy caliente. Necesitaba relajarse de alguna manera. Mientras el marido y su hijo disfrutaban de la cena ella se decidió por la ropa.
Un jean, sus zapatos de plataforma y una remera ajustada. Volvió a sentirse la Polaco de antaño.
Apenas se maquilló con máscara para pestañas y brillo en los labios. Se perfumó, se puso un par de aritos diminutos, tomó su cartera, saludó a su marido y a su hijo con un cálido beso y subió al auto.
Lo puso en marcha y sintió que se le secaba la boca. Buscó un paquete de caramelos ácidos en la cartera y emprendió el viaje hacia la cita.
A medida de que se fue acercando a Villa del Parque el pulso comenzó a acelerarse cada vez más. Tomó por Avenida Nogoyá y mil recuerdos le inundaron la mente. Recordó las veces que tomaba ese camino para ir al departamento anterior de él. La nostalgia le inundaba los ojos de emoción. Cruzó Avenida Nazca, giró unas cuadras a la derecha, otras a la izquierda hasta que alcanzó la dirección.
Estacionó a unos metros de la entrada del edificio y el corazón le latía en todo el cuerpo. Bajó del auto y sintió otra vez la boca llena de nervios. Sacó otro caramelo ácido y se lo puso en la boca. Las glándulas salivales hicieron su trabajo y la estremeció el ácido en el paladar. Llegó a la puerta de entrada, miró la hora: 21:58 hrs. Tocó el portero eléctrico.


   ¿Hola?

   Soy Polaco.

   Bajo.

Se apoyó contra la pared del edificio y miró el cielo. Una enorme luna plateada la contemplaba desde el fondo del espacio. Se sintió viajar en el tiempo. Se abrió la puerta del ascensor...

5 comentarios:

  1. Sentí viajar con ella a ese reencuentro deliciosamente terrorífico, faltando solamente la sensación de hormigueo en las piernas y vacío en el estómago del día de mi primera cita... En fin... una forma más de demostrar que ellas y ellos somos iguales.
    Otro excelente capítulo...

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  2. Me gusta el balance que tiene la novela. Se hamaca, por un lado, entre el vértigo y la violencia y por el otro, con el clima intrigante y placentero de un reencuentro por venir.

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    1. =) Como en la vida misma sería el eslógan de mi novela. Pasa, la vida es eso que pasa.

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  3. Éste es quizás el capítulo más prometedor y más vertiginoso. Se lee en diagonal, se avanza con desesperación hacia "lo-que-va-a-pasar". No sé si es bueno o si está bien escrito, pero te tiene agarrado del cuello. Un gran logro.

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  4. Gracias por el comentario, extraño. Besos.

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