martes, 1 de abril de 2014

Ansia, de DitaStonehenge

Era una noche sofocante y húmeda en Buenos Aires... y la vieja casona transpiraba hastío y soledad. Entre sus paredes desoladas se hallaban escondidas las fantasías de Dita, su espíritu no encontraba descanso y seguía vagando tras la búsqueda de un amor perdido y correspondido.
Dita había sido una hermosa joven, voluptuosa y vivaz... que tras una larga y agonizante enfermedad, se dejó arrastrar por una ingrata muerte temprana. Dita, antes de morir, nunca había tenido la oportunidad de amar y de ser amada, y por ello su alma vagaba perdida por la ciudad en busca de un compañero.

Aquella noche era como tantas otras... las maderas crujientes del caserón inquietaban a los roedores que, remolones, holgazaneaban en recónditos pasadizos de la posada. Dita caminaba solitaria y pensativa en los pasillos de su mansión... su vestido -que flotaba espectralmente, tal como ella misma...-, dejaba al descubierto sus pechos blancos y ansiosos por estallar...

La luz de la luna invadía la casa y la iluminaba, devolviéndole los colores que una vez le habían pertenecido... Dita esta muy sola y muy triste...

Sentada en la baranda del balcón que adornaba su terraza... Dita solía observar la ciudad nocturna y, en especial, aquella calle muerta dónde los amantes iban a entregarse a la pasión... Dita soñaba con poder ser ella alguna vez, la protagonista de tan apasionados e intensos momentos de goce.

Y esa noche, aquel anhelo se hizo realidad para Dita.

Un joven, recién llegado a Buenos Aires, se detuvo frente a las rejas que salvaguardaban la casona de la joven. Él era solamente un joven... pero para Dita, él significaba mucho más que eso.

Dita se quedó observándolo extasiada... le gustó. Le encantó. La cautivó. La excitó.

El joven no tenía dónde pasar la noche; y para su fortuna, decidió violar la entrada desvencijada de la casa, para hacerse un refugio dónde pasar la noche y seguir viaje durante el día...

Dita lo dejó entrar... reprimiendo sus deseos de acercársele para sentir el perfume de su cuerpo...
Él llevaba puesto unos jeans y una camiseta que dejaba revelar un torso fuerte e impresionante... su espalda, su abdomen, su altura, su porte ... todo él lo mostraba joven, muy joven... aunque vigoroso, masculino y desarrollado.

Una vez dentro, el muchacho dejó sus cosas en el suelo del gran salón y decidió inspeccionar la gran mansión abandonada ... subió por las escaleras y contempló, desde la planta alta, la vista fenomenal que se le ofrecía ante sus ojos... la luna entraba por los inmensos ventanales y pintaba con haces azules las paredes descoloridas...

Dita lo observaba detenidamente desde la altura de los techos, desde la enorme araña que colgaba pesadamente sobre el fastuoso salón.

Después de un rato, el muchacho encontró un cuarto vacío donde pasar la noche. En él había una cama de hierro muy antigua con un colchón y algunas telas que lo cubría. Era el lugar perfecto para descansar y reponer energías para seguir viaje, pensó el joven –inocente de su destino-.

En un minuto bajó al salón a buscar sus cosas y regresó al cuarto elegido... tiró su bolso al suelo; se sacó la camiseta y el calzado, y se recostó en la cama torpemente...
Dita era invisible a sus ojos pero no lo era, a sus sentidos.
Era hermoso... Dita se sentía extasiada ante tanta masculinidad....

El hombre, que tenía en su propio cuarto, era tal como había imaginado a su tan esperado príncipe...
Alto, robusto, fuerte, un mechón de cabello le cubría parte de la frente... su nariz recta y esos labios carnosos y blandos, que invitaban al beso, eran todo lo que Dita necesitaba para sentirse ardiente y fogosa; y viva.

El sueño aprisionó al chico en un trance profundo, llevándolo a un estado de total indefensión... a lo que la joven aprovechó para hacer realidad sus más perversas fantasías.
Dita se le acercó y se colocó junto a él... mientras con una mano lo recorría muy lentamente, con los ojos fue recorriéndolo palmo a palmo.
Muy suave y con gran ternura, la muchacha comenzó a acariciar el bulto que el joven portaba con dignidad... su mano se deslizaba muy lenta... lo que provocó que éste cuerpo se endureciera gradualmente pero con vigor. A lo que la joven, sonrió con satisfacción.

Con esa misma dedicación y ternura comenzó a besar el pecho firme del indefenso forastero... en un atinado momento, la joven se colocó encima de su víctima con sus piernas abiertas, una de cada lado y entregando su sexo intacto al roce de aquel delicioso bulto.
Muy despacio pero con firmeza, Dita comenzó a moverse ondulante encima de él y con cada movimiento provocaba mayor excitación y placer a su compañero inconsciente.
Esto se prolongó por extenuantes minutos para que el muchacho la tomara por la cintura por sorpresa y la diera vuelta sobre la cama...
No estaba previsto que el joven despertara de su sueño... pero esto a Dita no le molestó, sino que por el contrario, la complació aún mucho más... ¡qué mejor que un amante despierto y en sus cabales para entregarse de lleno y con total dominio de sí.!

El joven la miró a los ojos y le arrebató el débil vestido que la cubría por momentos... al tiempo que se despojaba brutalmente de sus jeans...
Dita contempló embriagada la dimensión del miembro que se le ofrecía... era enorme y tremendamente grueso... el joven de pronto, comenzó a besarla en el cuello, en las mejillas mientras le introducía rítmicamente su masculinidad....
La besaba incansablemente penetrándola doblemente... por abajo y por arriba con una lengua que también la llenaba y la recorría....

Sus bocas se fundían y se mojaban... sus labios chorreaban saliva y sus lenguas hinchadas se lamían enteras... mientras el miembro de él seguía desapareciendo en la humedad de ella.
Las piernas de la joven estaban completamente abiertas y buscaron apoyo a los lados.
La pierna derecha encontró sitio en el marco de la ventana mientras que la izquierda decidió descansar sobre una pila de almohadones en el otro lado.
El sexo de la joven estaba completamente abierto y el extraño podía ver con plenitud cómo los labios de la chica se abrían y se achicaban al paso del trozo que él le refregaba dentro....
Estaban absolutamente calientes y desbordaban placer... en un instante el muchacho decidió ir más allá e introdujo un dedo dentro del siguiente orificio que halló.... Dita era doblemente penetrada y estaba absolutamente fascinada por ello...

Cuando por fin ambos acabaron exhaustos y llenos de sí... Dita expiró junto a un tremendo orgasmo, que hizo vibrar hasta las paredes más sólidas de su antigua morada.., al tiempo que su amante se vaciaba en ella,... su semen iba acompañado por un lamento letal pero magnífico.

Ambos perecieron ... pero juntos emprendieron un viaje hacia la inmortalidad del goce eterno.

Fin

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